miércoles, 9 de enero de 2013

El 2012 se marcha ~

Madrugar el último día de clase antes de Navidad no rinde, a no ser que vayas a cantar en el instituto, entonces rinde excesivamente.
Comenzar el día con un concierto es emocionante. Se disfruta mucho en el escenario, lo echaba de menos.

Con Alba, artistaza

Para continuar con un día perfecto, coges la masa de crêpes que preparaste el día anterior y te vas a San Fernando a hacerle de comer a tu novio. Si presume de tus geniales notas delante de sus padres, el día se torna aún más perfecto.

Pero, como dice mi amiga Laura, si el día empieza bien acaba mal. Es un equilibrio, dice.
Pude comprobar que tiene razón.

En resumen, un amigo de mi novio me chafó completamente el regalo que pensaba hacerle a él por Navidad. Ambos nos molestamos muchísimo. Y para que el equilibrio fuera completo, pues perdí el último tren de vuelta. 21 de diciembre, y tu madre te dice por el móvil "Puede que no haya sido el fin del mundo, pero va a ser el fin de tu mundo". Y te ríes, porque total, ¿puede empeorar aún más?
Los castigos de mi madre son nada, así que a los dos días tenía mi libertad de nuevo.

Es más lindo él..
Yo detesto la Navidad. Soy atea y no me gustan nada las cenas familiares con villancicos de fondo e interrogatorios sobre el novio. Además, mis gustos no son muy bien recibidos en mi familia, véanse mis tintes, mis tendencias musicales y demás, y son continuas las críticas e intentos de cambiar mi personalidad.
Pero de la nada, apareció la vecina invitándonos a su casa a bailar sevillanas y ahí sí que fui.

Pasé los últimos días del 2012 en San Fernando y las últimas noches en el bar heavy del centro con mis amigos. No pude salir mucho porque la mayoría estaban de viajes familiares repartidos por España, aunque no me quejo. El ambiente navideño me atonta un poco y no me gusta salir. Eso de ir andando por la calle y ver luces y oír villancicos me puede. Así que dedicaba las tardes a dibujar, oír música, tocar la guitarra y chatear con ellos.

Cuando te das cuenta llega el último día del año. Me pasé mañana y tarde encerrada en mi habitación dibujando, intentando autoconvencerme de salir por la noche, sin ganas. Por estar todo el día encerrada en mi cuarto y no ayudar a preparar las cosas de la cena, me castigaron sin salir. Me alegré mucho.

Mi prima me hizo la noche más amena, pasamos horas en mi habitación charlando.


Y cuando menos lo esperábamos, escuchamos que había mucho ajetreo en la casa. Las uvas.
Una tras otra, me las comí todas a tiempo. El típico gracioso de turno hacía chistes y me costaba mucho reírme y comer a la vez. En los primeros segundos del 2013, yo iba tal que así:



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