martes, 9 de abril de 2013

Los mejores viajes de una vida ~

En una vida pueden pasar muchas cosas.
En estos diecisiete años que he podido vivir, lo mejor que me ha podido pasar, junto a la existencia de la música y los colores, es viajar.
Tanto mundo y tan poco tiempo...



Desde mi punto de vista, un viaje no es solo especial por el lugar que visitas, sino por lo que te hace sentir. La experiencia, el aire, la sensación, todo eso vale mucho más que una simple foto. Y lo que aprendes. 

Por ello, el mejor viaje de mi vida no ha sido a Italia o Alemania, sino a Jerez, al Campus El Sabio.
Fui allí para un campamento de inglés de verano, con una beca que me dieron, y ha sido la mejor experiencia que he tenido nunca. He tenido muchas buenas, he tenido la grandísima suerte de recibir también la beca para la restauración de pueblos abandonados y viajar a Granadilla en Cáceres. Pero, como en el Campus El Sabio, en ningún sitio. 

El campamento al que yo fui, concretamente, se llamaba Pueblo Inglés.


Conviví con una chica inglesa en la misma habitación durante una semana, majísima además, y estaba prohibido completamente hablar en español.


MI COMPAÑERA :D

Un día de horario normal comenzaba con el desayuno, continuaba con un calentamiento matutino de bailes absurdos, canciones extrañas, y cancioncillas que aún hoy no olvido....
"Form banana, form form banana, 
peal banana, peal peal banana,
go bananas! go go bananas!

Form an orange, form form an orange,
peal an orange, peal peal an orange, 
squish an orange, squish squish an orange!

Form potato, form form potato, 
peal potato, peal peal potato,
mash potatoes, mash mash potatoes!

Form a wall, form form a wall,
paint the wall, paint paint the wall,
break the wall, break break the wall!"

Con su correspondiente baile, por supuesto, que tampoco olvidaré.
Tras eso, unos cuantos "one to one", en los cuales teníamos que estar durante una hora hablando con una pareja inglesa asignada por los profesores a cada español y, luego, clases de golf o actividades todos juntos.

Después almorzábamos y teníamos tiempo libre de tres a cinco. Yo siempre decía que iba a bajar a la piscina pero la cama era tan cómoda que... en fin... poco bajé. Acabábamos reventados, era necesario dormir o charlar con la compañera de cuarto.

Tras eso, actividades como teatro o deportes y, luego, juegos con el grupo al que perteneces durante la semana (nosotros éramos los de color blanco y rojo, así que nos pusimos de nombre Cheesecakes). En la mayoría teníamos que exponer algo en inglés ante el resto de los grupos, con canciones y disfraces. Y por las noches, tras la cena, era tiempo de escenario. La gente salía a cantar, bailar, actuar, y lo hicieran bien o mal, la gente aplaudía y reconocía el mérito que tenían al salir al escenario ante todos.
Aún así, lo que me enamoró de este campamento fue la creatividad. 
Creatividad por todos lados.
Everywhere.
Los monitores la fomentaban, en cada juego se practicaba, podías ir por allí con una cinta en la cabeza, disfrazada de hippie, y te miraban normal. Estar allí era dejar volar tu imaginación sin importar lo que los demás pensaran, sin importar nada. Cantar con los monitores, imaginar, tener ideas, que a la gente le gusten. Sentir que tu opinión cuenta, sentir que eres parte de algo muy grande. Sentir que la creatividad y la imaginación mueven el mundo.
Eso.
Eso es lo que me enamoró del viaje.
La mejor experiencia que haya tenido nunca.
¿Lo peor? Salir de esa burbuja, definitivamente.
¿Lo mejor? Aprender a ser yo misma sin importar nada, aprender a hacer lo que me gusta y disfrutarlo, indiferentemente de todo lo demás.

NUESTRA MONITORA, MARIEL




NUESTRA COLUMNA DE REUNIONES




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Sin embargo, he visitado lugares muy bonitos y dignos de mencionar.
Por un lado, he estado en Kehl, un pueblo alemán en la frontera con Francia, con un intercambio de mi antiguo instituto.













Otro de mis mejores viajes ha sido un crucero que hice esta verano con mi madre y mi hermana por el Mediterráneo... 

Visitamos Roma:







Pisa...








Florencia...








...y Córcega.





Íbamos todos los días de un lado a otro, siguiendo guías a toda velocidad. Solo algún que otro rato pudimos disfrutar tranquilamente del crucero, como por las noches, viendo espectáculos en el teatro; o días de navegación, donde invadíamos el jacuzzi con un buffet entero de pizza en la mano.
Era todo precioso, de verdad. Florencia es la ciudad más bonita que he visto. El sitio más bonito no, porque ese mérito lo tiene la Gruta de las Maravillas de Aracena. Pero sí que es la ciudad más bonita. 
Es increíble ir andando y encontrarte de repente maravillas como las que Florencia tiene, en medio de la ciudad.

Y otro de mis mejores viajes será este año a Marburg, de nuevo con un intercambio de clase. 
Ya os contaré.

Os recomiendo viajar, de corazón, es una experiencia increíble.



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